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Parábola del árbol

Todo aquel artificio de que antaño hice gala,
ya no inquieta mi anhelo, cada día mas puro:
Tras la ciencia del trino vino el golpe del ala;
bajo el frágil follaje cuando el fruto maduro.
 
Abrí surcos de arena en un gesto de audacia,
con el gesto de un rió que logro ser corriente;
y hoy ser yergue en mis surcos una espiga de gracia,
y el torrente se aquieta con ternuras de fuente.
 
Y es que al cabo nutro la savia divina,
y ya se lo que valen la raíz y la fronda,
porque e visto que el árbol poco a poco se empina,
y, a medida que crece, su raíz es mas honda.
 
Y por eso en las brisas ya no fluye mi trino,
pues mis alas prefieren abarcar mas distancia:
y, a manera de un árbol en mitad del camino,
doy a todos un poco de quietud y fragancia.
 
Si los vientos sacuden mi verdor, no me inmuto.
Si algún hacha me quiere derribar, no me asombra.
Y hundo mas mis raíces, para así dar mas frutos,
y alzo mas mis ramajes, para así dar mas sombra.
Preferido o celebrado por...
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