A ella
Nunca me ha dado un beso, pero se a que saben sus labios, tampoco la toque y puedo dibujar un mapa de su cuerpo, la he soñado tantas veces que podría asegurar que nadie la conoce mejor que yo.
No se si fue el destino o mi timidez, pero así fue, tan intenso y fugaz que me dejaba sin aliento en cada uno de nuestros encuentros físicos.
En cambio a la hora de dormir, la hacia mía y me volvía suyo, me encantaba que temblara cuando le hablaba al oído, me gustaba ver su piel cuando rozaba con mi barba su cuello, mis manos tocaban el cielo cuando tocaba su cintura desnuda, me pedía, me quería.
Me condene voluntariamente a la cárcel de sus bien torneadas piernas rodeando mi cadera, y al candado de sus manos sobre mi cabeza precisamente en el momento de que mi lengua probaba el Paraiso.
Así transcurrían mis noches, entre una y otra fantasía, siempre tan lejana, pero siempre mía.
Piaciuto o affrontato da...
