Cargando...

Tersas manos

Tus tersas manos
me acariciaban
mi atormentada faz,
y en un instante la tormenta
se calmó.
Conseguí
entrar en razón y
con voz trémula te dije, sigue por favor.
Alejaste tu mano de mi faz,
y en tu mirada llena de compasión
en vez de acariciarme, me abrazaste
me besaste, sellando así el círculo de
tu amor.
Otras obras de José Antonio Vilela Medina...



Top