(1947)
#EscritoresEspañoles El De de libro los muertos
Bajo el viento implacable de los a… me inclino, como un árbol doloroso… hasta tocar la tierra donde el tie… mis pasos va borrando con su soplo… En la frente me suenan, dulcemente…
¡Qué piedad por los muertos vas a… si ya tu voluntad los ha matado, si ya los has hundido, para siempr… en un silencio eterno y sin descan… Sangran los muertos, sangran. Los…
Todas las cosas son las mismas que ayer estaban en mi orilla: tierra inmutable y poderosa, cielo sereno y hondo arriba, piedras heladas donde el tiempo
VÍBORA al sol por un silbido de sangre laminada va rasgando el azogue de un espejo donde la noche está acechando al d… y la tierra la lumbre de una aguja…
Estabas aqui, detras ¡y yo te estaba notando! No te veia. No me dijo nadie nada. No te vi ni en ojos ni en espejos.
Puerto de amor tus ojos, aguas claras. (Brisa que me querías sobre la mar salada. Aguas sin corazón
Con los rayos de la luna te estoy tejiendo una falda. Con los relumbres del río voy a limpiar tus sandalias. El corpiño te lo haré
Despierto. Veo luz. Así ya soy. ¡Me siento aqui tan nuevo y uno! Completo soy, entero. ¡Dios mío, qué de rosas!
Toda la noche de la tierra se me derrumba entre las manos, igual que un agua fugitiva entre los juncos y los pájaros. Quiero apresarla con mis dedos
Hoy vengo a hablarte, mar, como a… Como me hablo cuando estoy a solas… cuando alejado de los tristes días que nos contemplan desde el ojo hu… acerco el ascua tenebrosa y sola
CONTRA la sangre tierna te veo a ti como la garra sola que nació con la esperanza de la c… Tigre o mano ¡vete! Eres pequeña como uña en relámpago…
La noche era tan larga que todos l… y, de pronto, en el cielo brilló t… como una luna roja que hasta la ti… y nos toca la frente hundida en el… Desde entonces te siento, Señor,…
El sueño de aquel hombre que tenia… andaba doblandose y desdoblandose… En las ventanas de toda la ciudad empezaron a apagarse aquellos ojos… que querian contemplar hasta lo ul…
La luna estaba en el cielo como un sexo bajo falda. Dos gruesos arboles eran sus muslos de copas blancas. Los arroyos le ponian
Yo quisiera morir, cuando ya tenga mi sangre en otras sangres derrama… y ya mi corazón sea semilla que florezca su flor en otra rama. Porque entonces, Señor, mi tronco…