En silencio, y sin ayuda
De reojo rezuma su aliento el olvido;
aquél, el aliento más puro y sincero.
Atrofiáseros a tempo estos nervios;
escalando, cual miselio, el esqueleto.
Besos que subliman al contacto con el fuego.
Vorágine inquietante con un soplo de consuelo.
Viejo paño blanco, es mi último recuerdo.
El mismo paño negro ocupando mis adentros.
Vivo como vivo, al borde de un abismo.
Soñando con los cielos y el infierno mismo.
Consúmase, al despertar, este suplicio:
Estando herido, y suspendido en el vacío.
En mis manos tiembla el humo de un abismo.
La palidez de estos labios estremece mis sentidos.
Rompiendo cristales, con la vida en las libretas;
incertidumbre, libros, amores y tristezas.
Anhedonía, dolor y distimia;
profunda visión de melancolía.
Viviendo en los rescoldos
de una perspectiva tan sombría.
Si el abismo insiste dentro,
y en la tragedia me aposento,
arranco entrañas de mi cuerpo
sin ayuda alguna, y en silencio.
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