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ARDER EN INVIERNO

Su cabello era rubio
y brillaba como si fuera
gemelo del sol
o alguna mierda cursi de ese tipo
 
verla era un abrazo ardiente frente a la costa
su cuerpo delgado y alargado
caminaba lento y despreocupado
fumando todo el tiempo
con aquellos labios rojos
y más de cinco o seis dientes podridos
 
yo la vi
desde la cafetería en la que solía trabajar
durante esos años
la miré pasar un par de veces
más o menos
durante diferentes días
 
luego, meses después...
 
la vi en la fila de un McDonalds,
estaba frente a mi
y pidió una hamburguesa con queso
con un español pésimo y crepuscular
 
era una de aquellas almas atormentadas por la vida,
cuya tierra prometida era salir de este
purgatorio para al fin arder en el infierno,
arder en invierno con mariposas de fuego
y crisálidas de horror y soledad
 
La penúltima vez que la vi
(desde la cafetería de nuevo)
 
llevaba una venda teñida de sangre seca
desde el codo hasta la muñeca,
al verla pensé en un intento de suicidio
 
la última vez que la vi,
la semana siguiente,
el ángel pútrido y fumador
desterrado
del paraíso
llevaba el brazo sin venda
con una enorme quemadura
expuesta al aire libre
la grasa y sangre
brillaban mezcladas con sudor
bajo el sol
 
sacudí la cabeza y decidí olvidarme del asunto,
no podía ayudarla aunque quisiera
porque lo que sentía desde la primera vez que la vi
no era compasión
ni lastima
sino complicidad.

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