#Españoles #Odas (no 1820) anacreónticas ed incluida
Retórico molesto, deja de persuadirme que ocupe bien el tiempo y a mi Dorila olvide. Ni tú tampoco quieras
¡Qué ardor hierve en mis venas! ¡Qué embriaguez! ¡Qué delicia! ¡Y en qué fragante aroma se inunda el alma mía! Éste es de Amor un templo:
Merced a tus traiciones al fin respiro, Nice; al fin de un infelice el cielo hubo piedad. Ya rotas las prisiones,
Tras una mariposa, cual zagalejo simple, corriendo por el valle la senda a perder vine. Cansado recosteme,
Venid, avecillas, venid a tomar de mi zagaleja lección de cantar. Venid; de sus labios,
Pensaba cuando niño que era tener amores vivir en mil delicias, morar entre los dioses. Mas luego rapazuelo
¡Oh, cuál con estas hojas que en sosegado vuelo de los árboles giran, circulando en el viento, mil imágenes tristes
Dichoso zagalejo, por aquel verde valle bajaron tus amores, bajaron a buscarte. Cogiendo flores iba,
«Segadores, a las mieses, que ya la rubia mañana abre sus rosadas puertas al sol que de oriente se alza. »Un vientecillo agradable
La rosa de Citeres, primicia del verano, delicia de los dioses y adorno de los campos, objeto del deseo
Ya de mis verdes años como un alegre sueño volaron diez y nueve sin saber dónde fueron. Yo los llamo afligido,
Don grande es la alta fama; y así como a la luna oscurece del sol la ardiente llama… así a par de Ciparis la fortuna la hermosura abatió; mas si a quie…
¡Oh!, rompa ya el silencio el dolo… y al labio salga en dolorido acent… la aguda pena en que morir porfío. Con lastimeros ayes gima el viento… y entre suspiros y mortal quebrant…
Ya el Héspero delicioso entre nubes agradables, cual precursor de la noche, por el Occidente sale, do con su fúlgido brillo