#Españoles #Odas Anacreónticas
Pues vienen Navidades, cuidados abandona y toma por un rato la cítara sonora. Cantaremos, Jovino,
¡Con qué indecible gracia, tan varia como fácil, el voluble abanico, Dorila, llevar sabes! ¡Con qué movimientos
Ofendido me tiene, muchachas, vuestro trato, mucho decirlo siento, mas ya no he de callarlo. Yo os quise desde niño,
Cuando de mi camino atrás volviend… miro, Señora, en mi preciso daño, tal es mi pena y mi dolor tamaño que me siento en angustias fenecie… Mas cuando vuelo a vos, alegre vie…
¡Oh, cuál con estas hojas que en sosegado vuelo de los árboles giran, circulando en el viento, mil imágenes tristes
¡Cómo se van las horas, y tras ellas los días y los floridos años de nuestra dulce vida! Luego la vejez viene,
Doquiera que los ojos inquieto torno en cuidadoso anhelo… allí ¡gran Dios! presente atónito mi espíritu te siente. Allí estás, y llenando
Dichoso zagalejo, por aquel verde valle bajaron tus amores, bajaron a buscarte. Cogiendo flores iba,
Retórico molesto, deja de persuadirme que ocupe bien el tiempo y a mi Dorila olvide. Ni tú tampoco quieras
¡Qué ardor hierve en mis venas! ¡Qué embriaguez! ¡Qué delicia! ¡Y en qué fragante aroma se inunda el alma mía! Éste es de Amor un templo:
Decidme, zagalejas, si visteis a mi amada bajar con sus corderas por esta verde falda. Decidme si la visteis,
No con mi blanda lira serán en ayes tristes lloradas las fortunas de reyes infelices, ni el grito del soldado
Dame, Dorila, el vaso lleno de dulce vino, que sólo en ver la nieve temblando estoy de frío. Ella en sueltos vellones
Sueltas avecillas que al amanecer mil alegres salvas canoras me hacéis: si dulces trináis
Cual un claro arroyuelo que con plácido giro por la vega entre flores se desliza tranquilo, tal de mi fácil vida