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METAFÍSICA Y REALIDAD

A la irrisoria polémica con Borges.

¡Qué alguien me diga la verdad
del papel creador de la palabra
para no caer en la infausta beldad
de una diosa de inmerecida alabanza!
 
¿Que el nombre es el arquetipo de la cosa?
¿Que todo el Nilo está en la palabra “Nilo”?
¿Que en las letras de “rosa” está la rosa?
¿Cuánto daño nos ha hecho el Creatilo?
 
¿Cuánto mal pudo obrar el gran Platón
al clavar sendas cosas en la imaginación
de pueblos enteros de tiempos finitos
de verdades ignotas de aspecto fingido?
 
¿Cuántos mundos ha creado la palabra?
¿Cuántas palabras ha creado el mundo?
¿Acaso no puede aquel, el hombre mudo,
cambiar todo el mundo como le plazca?
 
¿Acaso no son las manos zambullidas
en la verdad de la materia, aquellas
que corren de aquí allá, cual abejas,
para cimentarlo todo, hasta quedar tullidas?
 
Yo veo y no veo al obrero creando
el paraíso del Capital sólo hablando,
sino tomando la pica, en sus manos,
y la pala y el casco, en sus manos,
 
y cargando el cemento y el asfalto,
y el alambre y el pesado estaño,
y rompiendo la tierra, y cavando,
exhausto, sin tiempo, con sus manos.
 
¡Qué cómodo es decir que el mundo
en su complejidad, en su completitud,
que escapa de todo entendimiento
individual, cabe en un par fonemas!
 
Qué fácil es decir que, en esencia, yo hundo
con mi lengua, tremenda, la gran amplitud
del cosmos foráneo en absorto extrañamiento.
¡Senda locura! ¡Terrible anatema!
 
¡Y que nadie me venga a decir que todo
es sobre la reinterpretación del abstracto!
Pues aquel vive, en el más cierto modo,
en la realidad que, de hecho, es todo acto.
 
Acto y no palabra. ¿O acto y palabra?
¿El acto es, en sí, contrario a la palabra,
o la palabra es la antagónica del acto?
¿Qué palabra deja al mundo intacto?
 
Acto y palabra, caras de una misma moneda.
Acto que es la palabra y palabra que es actuada.
Uno que es esencia y otra que es apariencia,
se mezclan en intercalada y sensible vivencia.
 
Los que sostienen esa locura no son más
que un cenáculo de puros desentendidos
de la más simple, sencilla y suave realidad:
que el trabajo hace al mundo, chiquillos.
 
El trabajo, y no la palabra, es la creación.
La palabra es otra cosa, es interpretación,
es asimilación y comunicación de la creación.
Pero que las apariencias no lleven a la confusión.
 
¡Qué alguien me diga la verdad
del papel creador de la palabra
para no caer en la infausta beldad
de una diosa de inmerecida alabanza!

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