#EscritoresColombianos
¡La campiña! Sobre el césped del cortijo va la… tierna, rubia, frágil, blanca; —bajo el brazo la muñeca de cartón rosada y hueca—
¡Ay! ¿Cómo quieres que tu madre e… en este mundo bienhechora calma, si le desgarras, al nacer, el vien… y le desgarras, al morir, el alma? ¡Y esa madre infeliz, cómo a porfí…
En el islote de la azul laguna (hoy extinta) del parque abandonad… de una antigua ciudad, solo y call… hallé un mancebo (un loco acaso) e… noche glacial en que la blanca lun…
El verso debe ser claro y sonoro como el agua del mar y como el oro… El verso debe ser firme y radiante… lo mismo que el acero y el diamant… Debe ceñir inmarcesibles galas,
Y llegué a mi aposento. De la org… vibraba aún, en mi cerebro ardient… la estruendosa y horrenda algarabí… Y con el alma sorda y con la frent… en sudor copiosísimo empapada,
Hermosa y sana, en el pasado estío… murmuraba, en mi oído, sin espanto… —Yo quisiera morirme, amado mío; más que el mundo me gusta el campo… Y de fiebre voraz bajo el imperio,
En tu melena, de la noche habita, temblaba una opulenta margarita como un astro fragante entre la so… de pronto, con tristeza, doblaste la cabeza
¡Y no temblé al mirarla! El tiemp… su tez apenas marchitado; hacía tanto... que ni de lejos la veía..… Vago tinte de aurora su semblante inundó de repente, en el instante
Yo vivo encadenado a tu hermosura, lo mismo que a su roca, Prometeo; sin poder quebrantar la ligadura que me une a ti... por más que for… ¿De qué delito bárbaro fui reo,
A veces melancólico me hundo en mi noche de escombros y miseria… y caigo en un silencio tan profund… que escucho hasta el latir de mis… Más aún: oigo el paso de la vida
Ruge el mar, y se encrespa y se ag… la luna, ave de luz, prepara el vu… y en el momento en que la faz leva… da un beso al mar, y se remonta al… Y aquel monstruo indomable, que re…
Una montaña de oro vi en horizonte lejano; corrí tras ella...: mi mano tendí, y era aquel tesoro un arrebol de verano.
Cuando bajo la comba de la nave, del vasto templo, rezas con fervor… y tu oración se eleva, como un ave… del órgano al gemido vibrador, desde un rincón oscuro te contempl…
Oyendo está tus rumores allá abajo el ángel mío; corre y llévale estas flores que deshojo en tus hervores... Corre, corre, manso río
Huyeron las golondrinas de tus alegres balcones; ya en la selva no hay canciones sino lluvias y neblinas. Me da el pesar sus espinas