Me gustas de cualquier manera
Me gustas de cualquiera manera
que, aunque no existieras te inventará
y crearía tus cabellos largos, de una sola hebra.
Dibujaría tus labios, tu mentón,
tu nariz pequeña como nuez.
Me gustas desnudas de poses,
de cargos de conciencia
que no te dejan mirar el brillo de la mañana.
Me gustas vestida de humildad y decoro
con ese vestido de estrellas de la noche
que refleja tu belleza inmarcesible.
Me gustas desnuda con gotas de lluvia
resbalando por tu piel, abriéndose camino
al primer surco que encuentran y que mis
besos achican para secar tu humedad.
Me gustas cayendo la noche y liberándote
de las ataduras del día; del sofoco de la mañana,
del calor de la bucólica tarde que deja alborotado
tu almizcle que enciende mi pasión.
Me gustas acurrucada con tu mirada enternecida
vagando en el fondo del paisaje frio de la noche.
Me gustas yendo con tus yerros como cucullas
fantasmales en medio de la travesía erótica de mis manos.
Me gustas cuando trato de atar los cabos sueltos
y llegas sin miedos adentrándote en mis laberintos.
Tu voz quieta se transforma en una cascada
de sílabas que van emergiendo poblando mis sentidos.
Me gustas de cualquiera manera
que, aunque no existieras te inventará
y crearía tus cabellos largos, de una sola hebra.
Dibujaría tus labios, tu mentón,
tu nariz pequeña como nuez.
Haría tus senos de flor de magnolias
bellos y duros a la vez, para que perseveren
el calor de mi aliento y lo transformen
en el remanso de mi nobleza y dignidad.
Me gustas este amanecer que estás pálida e ingrávida.
Hoy tus manos tienen amaneceres que dibujar;
tu silueta vestida de luna se alarga y besa el camino
de la vieja playa de Olón. El viento susurra
una suave melodía: solo dice “me gustas, me gustas”.
Es mi estribillo cantado a dos voces
para que no olvides que ayer, hoy,
mañana y siempre voy a recordarte que
me gustas, que, si no existieras,
te inventaría para que vivieras en mi memoria.
