El infierno son los otros
En el abismo de la existencia,
donde las almas se cruzan y chocan,
los otros se convierten en espejos rotos,
reflejando nuestras propias miserias.
El infierno no arde con fuego,
sino con la mirada implacable del prójimo.
Sus ojos, como brasas ardientes,
queman nuestra piel y desgarran el alma.
Somos prisioneros de sus juicios,
atrapados en un laberinto de expectativas.
Cada palabra, cada gesto,
nos encierra más en nuestra propia condena.
¿Quiénes somos realmente?
¿Acaso somos más que las opiniones ajenas?
En este infierno de miradas críticas,
buscamos desesperadamente nuestra esencia.
Quizás la libertad reside en la indiferencia,
en liberarnos del peso de la aprobación.
Pero, ¿cómo escapar de los otros
si somos sus prisioneros y verdugos?
El infierno son los otros,
pero también somos los otros.
En este juego de espejos rotos,
buscamos redimirnos o perdernos para siempre.
Nota: Inspirado en la frase de Jean-Paul Sartre: “El infierno son los otros”.
