Que mi voz la guarde, que no la suelte ni siquiera para respirar. Que mi mano no la suelte para tomar otra, para tocar otra piel.
Que mi mente no la olvide, que vuelva una y otra vez a los lugares que alguna vez habitamos, aquellos a los que vuelvo para recordarla, pero en esos lugares solo veo ausencia.
La ausencia se ha convertido en la falta, la búsqueda y la espera, he esperado que algo pase, que algo cambie. A su vez la ausencia es desolación, extrañes y miedo. Y en el mar de la derrota voy buscando la respuesta a esto que tanto me agobia, voy buscando qué me retiene, y no encuentro un solo defecto.