Canto a California
Canto a California
Bajo el sol que besa la arena dorada,
California despliega su manto de vida,
montañas que al cielo con orgullo miran,
y valles que pintan verdes en la ladera.
En la costa el Pacífico canta su canción,
olas que acarician riscos de pasión,
bahías escondidas, secretos de cristal,
donde el tiempo se pierde en un suspiro eternal.
Yosemite, gigante de roca y verdor,
guardia de cascadas que hablan de esplendor,
secuoyas milenias, testigos del ayer,
en bosques que al mundo enseñan a crecer.
El desierto florece con mágico color,
flores que estallan como un sueño en flor,
El Valle de La Muerte murmura leyendas de tesón,
bajo un cielo que quema con feroz pasión.
La brisa es suave, el invierno no hiela,
primavera y verano en un abrazo juegan,
otoños tibios, noches de luna clara,
California es un verso que el clima no daña.
Y entre tanta belleza que la tierra abraza,
surgen mujeres que envidian las rosas más claras,
cabellos como olas, sonrisas de sol,
caminan con gracia, llevando el arrebol.
Como la costa brava, fuertes y serenas,
brillan con la luz de las mañanas llenas,
ojos que reflejan lagos de cristal,
y un fuego que enciende el atardecer final.
Desde San Francisco hasta el sur de Los Ángeles,
cada rincón guarda un motivo más,
parques que son santuarios de vida y paz,
donde el mundo respira sin temor a más.
Oh, tierra de promesas, de horizontes sin fin,
donde el mar y el bosque tejen su jardín,
mujeres y paisajes, un himno a la creación,
California es poema, es fuego, es canción.
¡Que vivan sus cumbres, sus playas, su flor!
¡Que vivan sus noches llenas de calor!
Un edén donde el tiempo se rinde a bailar,
y cada alma encuentra su lugar para amar.
—Luis Barreda/LAB
