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luis barreda

El Sabio de La Tierra Pobre

El Sabio de la Tierra Pobre
 
En las llanuras del sur, donde el viento canta libre,
vivió un hombre sencillo, de boina y manos nobles,
Pepe, el viejo presidente, de alma humilde y ropaje pobre,
que siembra pensamientos donde el mundo se asombra.
 
Su casa no es palacio, es un rancho de madera,
techo de estrellas cobija su filosofía verdadera.
Un fusca viejo lo lleva por caminos de frontera,
mientras el río del tiempo sus cicatrices riega.
 
Fue guerrillero un día, llevó sueños en la mochila,
la cárcel no quebró su voz de tierna semilla.
Aprendió que la vida no se ata a una peseta,
sino a cómo se abraza la luz de la planetaria grieta.
 
Presidente sin corbata, con la tierra entre los dedos,
gobernó desde el asombro de los simples y los credos.
Donó su sueldo entero, vivió con lo preciso,
mientras el mundo alucinaba con su éxtasis de risa.
 
—«No soy pobre», decía, «pobres son los que desean,
los que acumulan espejos donde el alma se marean.
La vida es breve viaje, ¿para qué atesorar
polvo que el viento arrastra al final del caminar?»—
 
Cultivó geranios rojos, conversó con los perros,
midió la dicha en abrazos, no en kilates de encierro.
Criticó al consumismo, ese dios de labios rotos,
y enseñó que el verdadero lujo es tener tiempo y asombro.
 
Hoy su voz sigue un surco, como un trigal en marzo,
germina en los que luchan por un mundo más escaso.
Pepe, el sabio de arcilla, poeta de la austeridad,
nos dejó un mapa urgente: vivir con libertad.
 
No monumentos piden sus pasos sobre el barro,
sino que el hombre recuerde que el amor es lo más caro.
En un mundo de prisas y pantallas que deslumbran,
su ejemplo es balsa lenta que en la niebla nos alumbra.
 
¡Oh, Mujica!, profeta de las cosas pequeñas,
tu legado no cabe en las vitrinas de las señas.
Fuiste raíz que insiste, eres canto sin violines,
el presidente que eligió ser flor entre los pinos.
 
Y cuando el sol se apague sobre el Río de la Plata,
tu nombre, viejo Pepe, será una lámpara clara:
un faro para navegantes perdidos en la nada,
que buscan en la sencillez la vida verdadera.
 
—Luis Barreda/LAB

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