La Esencia que no pide permiso
La esencia que no pide permiso
Quiero las horas que no tienen reloj,
el café tibio que despierta tu voz,
la huella en la arena que el mar no borró,
y el mapa de gestos que en ti dibujó.
No busco el brillo de un verso forzado,
sino el silencio que habla a tu lado,
la taza que guarda tu aliento caliente,
el pan compartido en la mesa urgente.
Dime las dudas que el alma te araña,
las nubes que pasan sin dejar su mañana,
la risa que nace sin fuerza en el viento,
y el sueño que inventa otro firmamento.
Que tus ojos lean más allá de mi piel,
donde el tiempo guarda lo que fue fiel,
donde las cicatrices no son derrota,
sino historias juntas que el alma remonta.
No pido un fulgor de pasión fugaz,
sino el fuego lento que no sabe de paz,
las manos que escriben sin miedo al camino,
y el beso que sabe a raíz y destino.
Que el gozo compartido, sin redes ni muros,
sea un río que rompe los siglos oscuros,
donde juntos tejemos, sin ley ni medida,
la libertad que nace cuando el alma respira.
En lo cotidiano, hallaremos la llave
de un mundo que late donde nadie lo sabe,
donde el amor no pide, ni exige, ni ata...
Solo crece en la tierra que dos manos labran.
—Luis Barreda/LAB
