Tiempo y Piel
Tiempo y Piel
Tus manos son brasa que enciende mi invierno,
mi luna sin sueños que aguarda en silencio.
Somos dos mundos que el destino cruzó,
fuego y ceniza, un mismo corazón.
Tu risa es tormenta que rompe mi calma,
mi puerto seguro en las noches sin alma.
Me cubres de auroras, de rayos, de sal,
y escribo en tu espalda canciones de paz.
No hay mapa ni estrellas que midan este imán,
la piel reconoce lo que el alma juró.
Enreda tus dedos con los de mi voz,
que el tiempo se quiebre si intenta partirnos.
Hoy somos raíces, somos tempestad,
somos el reflejo de un mismo cristal.
La vida nos junta, la muerte no alcanza,
el amor que nos une no cabe en las palabras.
Tu boca es un viaje de azúcar y espinas,
dulce resistencia que en mis huesos vibra.
Me pierdo en tu aroma, me ahogo en tu ola,
y en cada regreso, renace la gloria.
No hay sombra ni muro que esconda este afán,
mi pecho repite tu nombre al latir.
Si el mundo se apaga, quedamos los dos,
eternos, completos, sin fin y sin reloj.
Nos basta un susurro, un gesto, un temblor,
la luz que inventamos al fundirnos en uno.
No pido más versos, ni cielos, ni mar,
sólo tu respiro grabado en mi piel.
Y así, sin prisa, sin horas ni dueños,
vamos construyendo un eterno secreto.
Donde todo acabe, seguiremos viviendo,
dos almas, un beso, un fuego sin tiempo.
—Luis Barreda/LAB
