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A la luz de mi vela

Comenzando a vivir,
juguetes de madera
Me sentía feliz,
se encendía mi vela.
En el rincón del aula
de mi modesta escuela
Aprendí de palabras
ya jugaba con ellas.
 
Siendo niño pequeño
viví mi primer duelo,
Mataron de mis sueños
al viejito pascuero.
Requisador de flores
para el mes de María,
Claveles ilusiones,
Esa emoción tan mía.
 
Probé de las sandias
sonrisas de la tierra,
Viviendo en alegría
eximido de penas
Abracé la guitarra,
le ordeñé melodías
Supe lo que es cimarra
y vagué todo un día.
 
Comencé a descubrir
el mundo en que vivía
No todo era feliz,
los adultos mentían,
Existía la muerte,
no era tanta la dicha
Sin contar con la suerte
es difícil la vida.
 
Mi padre fue llamado
a los eternos nidos,
Quedé desamparado
con los brazos caídos,
Después la decepción
entró por mi ventana,
Sufrió un gran apagón
el sol de mi mañana.
 
Vagabundo perdido
por mundos de tristeza,
El abismo suicidio
invitaba a su meza,
Para algunos fue el fin
esa terrible prueba,
Los convirtió en Caín
de su propia existencia.
 
Estreché en ese entonces
la mano del amigo
Que venía del monte
Calvario, peregrino .
Opté por la verdad
y por la buena nueva,
Comencé a caminar
a la luz de mi vela.
 
Supe del exilio,
la violencia– miseria,
Del atroz exterminio
de la raza señera.
 
 
Conocí de las ruinas
que nos deja la guerra,
Del horror de Hiroshima
y del niño probeta.
Del aborto asesino,
terrorismo vergüenza
Y del ruin ecocidio
de este pobre planeta.
 
También supe de Martín,
Elder Cámara, Gandhi,
De los Beatles de Chaplin,
de Hitler y de Stalin.
Si en la Universidad
era todo materia,
Me empapé de Teilhard,
Maritain y Gabriela
 
La muerte hoz en mano
se acercaba a mi puerta,
Se llevó a nuestro hermano
y sentenció a mi vieja.
Y cuando galopante
la bota holló mi tierra,
Fulguraba brillante
la llama de mi vela.
 
Cual noble caballero
empuñé mis espadas,
Sin fusil ni mortero,
solo manos trenzadas,
Y presenté combate,
sin armas con mi gente,
Venciendo en todas
partes al orgullo insolente.
 
Cuando los terremotos
me movieron el cielo,
Pasado el alboroto
mis libros en el suelo,
Presencié ese milagro
tan propio de mi pueblo,
Que emerge del escombro
y construye de nuevo.
 
Optimista mensaje,
es la vida más fuerte,
Que se impone al desastre,
al dolor y a la muerte
Ahora que a la patria
volvió la primavera,
Rogando que se vayan
del mundo las miserias,
Viviendo acompañado
Por Vania, Mitzi y Lorena
Yo rezo agradecido
a la luz de mi vela.
 
 
Del libro A la luz de mi vela. 1992.-

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