Se dice que es de bien nacidos
el poder las gracias expresar,
que ir por la vida agradecido
es gesto de gran humanidad.
Mas hoy yo no me quiero guiar
por un «buen modo» y complacencias.
Las gracias que he hoy de pronunciar
son una genuina vivencia.
Son las «gracias» de una experiencia,
por la cual soy afortunado;
porque a mí llegó tu presencia,
porque están juntas nuestras manos.
¡Gracias por estar a mi lado!
Por los momentos compartidos;
gracias dulces que yo he probado
debido a que te he conocido.
Gestos dados inmerecidos
que me ofreciste sin querer más,
detalles que me han revivido
y que hoy agradezco sin par.
¡Gracias por tu generosidad!
Porque no es mera efervescencia.
Te agradezco porque más que dar,
tú me has ofrecido tu esencia.
Y es noble y grata diferencia
cuando alguien se muestra cercano;
deja de ser todo apariencia,
es refugio en descampado.
¡Gracias porque me has ayudado!
Y no por adular lo digo.
«Gracias» son tus pies que han llevado
el buen andar por mi camino.
Un gran bien que me ha sorprendido,
que por ventura voy a guardar.
Mi vida contigo ha crecido;
de gratitud me lleno en verdad.
Gracias tu voz, gracias tu mirar;
gracias tornadas elocuencia;
porque la concreta realidad,
contigo se hizo trascendencia.
Y que hermosa esta consecuencia,
a ti que lees lo he dedicado;
este escrito de mi conciencia
que afirma que me has agraciado.