Cargando...

Abrázame

Nunca hubo testigos para el nombre que nos dimos.
Te desnudaste entre dientes
susurrándome que te recuerde.
Penetré tus carnes para reconocerme,
me arrancaste solo un beso estrellando mis labios.
 
¿Quererte es tan simple como aquello?
Tus caricias y tu boca dormida no mentían,
quería ser el calor para despertarte
en aquellas noches que las estrellas salen.
 
¿Puedo tenerte aquí?
que en tus brazos yo me quiero acurrucar.

Otras obras de Luis Oquendo...



Top