Caminas ciega frente a mis ojos, una solapa te cubre media cara, justamente la mitad que no conozco, invariablemente te respeto, te admiro como dama, humildemente sincera, espontanea muy a tu manera de la forma más correcta en la que te entiendo, te desprendes de mi tiempos sin pena alguna, soy solo uno más, sin nombre, sin rostro, sin aliento.

Pero considérame justo y sincero, honesto sin perder tiempo ni razones, te guardo una caja de plata llena de las mejores intenciones, cada una de ellas conoce tu nombre de cerca, como si fuera necesario para vivir, seamos un suspiro en la lluvia que calma un alma atrofiada por espacio incierto, perdido en lo oscuro de la noche, quisiera ser el viento en tu cabello, me reconforta imaginarlo.

Me despliego en palabras llenas de poesía, conocí la soledad del día sin ti, otro día mas y solo eso, otra nube mas en el cielo que me cuenta de sus viajes por el tiempo, me confiesa que te conoce, que recuerda la luz de la luna que rebota en tu cara, el aroma de tus palabras en el viento que familiarmente acarician tu nombre en paz, impecablemente culpable de soñarte me desvivo.

Se que me lees, sé que me sabes como la esperanza del día, me reconoces entre el mundo que camina en la esquina, no como ayer pero como los demás días, me retiro a buscarte donde siempre te encuentro, donde el sol brilla siempre y las flores le bailan al viento, el único lugar donde me permites tocarte, en los más profundo de mis sueños.