Cargando...

Canción de la niña que iba sola

Sonó lenta y sin alarde
la ronca voz de una torre.
 
Por el camino sin nadie
venía un perfume de cobre;
por el camino sin nadie
de la tarde.
 
—¡Oh, linda, te lo diré
ahora que estamos solos;
un redondo mar sin peces
son tus ojos!
 
—La tarde borda jacintos
de tafetán sobre el cielo.
 
—¡Si quieres uno, yo puedo
sobre tus trenzas ponerlo!
 
—No, déjame sin jacintos
lucir así mis cabellos.
 
—¿Flotando sueltos al viento
como las alas de un cuervo?
 
—O de un retazo de noche
caído desde los cielos.
 
—¡Oh, linda, linda, no puedo
con la sombra de tu pelo!
 
Suena lenta y sin alarde
la ronca voz de una tarde.
 
Por el camino sin nadie
vino un perfume salobre;
por el camino sin nadie
de la tarde.

Preferido o celebrado por...
Otras obras de Franklin Mieses Burgos...



Top