Recuerdo que nos amábamos, y mientras nos amábamos, nos besábamos la carne, mi pecho era su pecho, eramos tibios, sentíamos el ritmo; pero caíamos.
Mi corazón se abría y el oía más de nueve sinfonías, que no iban a ser concebidas en el escenario orquestal.
Aun así recuerdo que nos amábamos, y mientras nos amábamos, temblábamos, porque nuestras mentes se envolvían y el espacio lo sabia.
Lo recuerdo todo porque no ha dejado de ser.
—cesia XIX