Manuel Ignacio

Triste nota de suicidio.

(El suicidio de un poeta)

Pequeña luna, tan resplandeciente en este pequeño viernes trece,
hay tantas cosas que tengo que decirte, una de ellas es mi muerte.
 
He decidido hacerlo hoy, sin dañar a quien no se lo merece,
la depresión me consume, sé muy bien que lo comprendes.
 
Estoy ahora como tú, encerrado en mi triste cuarto;
mis ojos sepultados de dolor, no logran controlar el llanto
que tarde o temprano desaparecerá
al unirse con la rojienta sangre de mis cortes.
 
Mis nudillos ya no aguantan,
están cansados de tanto golpear la pared
y no solucionar nada.
 
Quisiera gritar,
y que la respiración se me entrecorte,
morir de depresión le llaman
aquellos que se asesinan a cortes.
 
Sin embargo, no requiero acabar tan mal,
en la vida no sonreí, mi mayor don fue llorar.
 
El caos en mi cabeza,
empezó a nublarse de pensamientos suicidas...
si los cortes no hicieron nada.
¿Por qué no terminar a balazos
al poeta roto de la sonrisa fingida?
 
Pequeña luna, ahora lo he recordado,
aquella cita que me rompió el alma,
a mis pensamientos ha llegado:
“No era poesía, simplemente retrataba, no inventaba versos, eran peligrosas armas, capaces de destruir consigo su triste insensibilidad humana.”
 
Mi cuaderno lleno de poesía,
sin polvo se ha quedado,
¿Cuántos recuerdos y heridas traerá ahora que le escriba entre esas inestables hojas que la depresión ha ganado?
 
Nadie podría haber sido tan buena como lo eras tú, desde el primer día hasta ahora, me cuidaste sin importar como fuera a terminar en un futuro.
 
Moriré contigo, sin importar lo que la gente diga, ¿A quién llamarán huérfano si ya no estaré con vida?
 
¿De qué te sirve necesitarme por las noches si cuando estoy no me notas?
 
No tiene apuro, no tiene caso, morir es la solución, debido a tanto fracaso.
 
Mi ausencia será el punto de equilibrio, cuando intentes buscarme,
y sin respiración te quedes, si me convertiste en muso,
déjame ir, cuál verso entre agonía se muere.
 
El dolor explota en mi mente,
la música ya no me llena,
este verso ha quedado solo,
como mi hermana aquel verano
junto a sus notas de primavera.
 
Fuiste el brillo que se acercó
intentando ayudarme,
te alejaste al darte cuenta
que el desastre no siempre es lo mismo que el arte.
 
Te eternicé en escritos
para que puedas recordarme,
como aquel triste poeta,
que debido a su inestabilidad
ha decidido suicidarse.
 
Deja que muera,
no vas a extrañarme,
bien dijiste aquel día,
no le cuentes tus problemas a la gente, disípalos por tu parte.
 
No lo había notado, pequeña luna
pero mi poesía estaba rota
desde hace mucho tiempo atrás.
 
Mis letras me suicidaron
en cada verso roto de estas simples hojas...
 
Lo siento.
Apenas logro trazar nuevos versos,
me he desgastado tanto...
que mis dedos han quedado obsoletos.
 
Sin embargo...
 
Quiero escribir con sangre,
esta última cita:
“Ya no quedan minutos de poema,
el poeta se ha suicidado”.
Preferido o celebrado por...
Otras obras de Manuel Ignacio...



Arriba