¿Por qué traigo el corazón roto,
por qué ríen y tensan al unísono
la única cuerda que ahoga al viento?
¿Por qué traigo el corazón roto
y hablan con dientes de tiburón
y acuchillan caracolas y cangrejos?
¿Qué misión le doy a esta alma mía,
qué lugar para ausentarse,
qué fuerza de viento para el viaje,
qué silencio para este gran lamento?
¿Por qué se desembocan cuerpecitos
grandes y pequeños, con ojitos llenos
de miseria y miedo?
¿Por qué lamen sus carnes y tragan
leches de madre y bebé crucificados,
extraídos a la fuerza y sin piedad?
No llores más,
ni siquiera la poesía tiene estómago
para tal tragedia.
© Maria Luisa Arenzana Magaña