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Sima de la Enfermedad

Primera edición. 13 de diciembre, 2023.

I.
 
Entre toda experiencia
Entre toda posibilidad
Entre toda gesta que la vida ofrece
En muy mala hora, acontece
conozco
muy cercana, indeseable
compañera.
Y muy mía, en mala hora
siempre mía,
más que todos
los que me conocen:
más que todos
los que no me conocen:
me conoce.
Siempre mía,
me conoce.
Siempre suya,
me conoce...
 
Me conoce
en mis dudas
mis ingenuas ilusiones.
Me conoce en la triste aceptación.
Conoce de mí, la más grave urgencia
y de urgencias, la más triste realidad:
que el tiempo para actuar
corre con prisa
pero inmenso
inacabable
inabarcable
inconmensurable
impertérrito
¡irresistible!
 
es un segundo
 
en el dolor.
 
Más vale, a veces, que lo bueno
cuanto menos
podemos
sentir.
 
 
II.
 
El dolor no es igual al sufrimiento
y te puedo asegurar que me dolió:
que no recuerdo hora de mi vida
que el quebranto
me alcanzara por dolor.
Y el quebranto me alcanzó.
Y lo cierto es que lloré.
Y también me retorcí.
Mas prometo: no sufrí.
El dolor no se puede sufrir.
 
 
III.
 
Sufrió en verdad mi compañera
que en penumbra, fue mi luz
muy a costa de la luz
que dejó su corazón
para sumirse en mi penumbra.
 
Como ninguna persona que yo haya conocido
Como ninguna persona que no haya conocido
fue valiente
como ninguna.
 
Como ninguna, guardó
la calma, esperó
paciente, esperó
silente
mas, por dentro
retumbaba
su corazón
latía
y palpitaba
puro sufrimiento.
 
Por dentro,
le destrozaba. La incertidumbre
la dominaba
por temor de todas las cosas:
toda cosa que pudo ser
toda cosa que pudo no ser
toda cosa que
con fervor, deseó
de corazón,
que no fuera.
 
 
IV.
 
Mi hermano sufrió también
en la lejanía
en la distancia
en el frío eco
la impersonalidad
de un teléfono.
 
 
Se ausentaban los segundos en el silencio
 
 
en el vacío de la llamada no recibida
 
 
ni de alivio
o consuelo
ni de funesta confirmación:
Ese lugar de puro deseo
donde lo primero se espera
donde lo segundo se teme
ese espacio, ese momento
ese se llama
sufrimiento.
 
 
V.
 
Tanto más ingrato es el padecimiento
cuanto más mi dolor se desvanecía
yo mejoraba, mis queridos sufrían
se acaba el dolor, se crece el sufrimiento.
 
Mejoraba mi talante
el de mi amor se desintegraba
consumido por el temor
la angustia
la ansiedad, los presagios
indeseados...
Sufría empatizando con mi dolor.
Y en la distancia yo no podía
tras cortina de hospital no podía
aplacarle
su sufrir
y por eso sufría yo.
 
Tanto más ingrato es el sufrimiento
cuanto más mi dolor se desvanecía.
 
 
VI.
 
No le temo a la muerte
al final nos viene a todos.
 
No le temo al frío descanso
con su parco velo de silencio:
No le temo al rostro parco
eternamente inmovilizado
como fotografía de tono sepia:
No le temo al triste olvido
ni de las generaciones venideras
ni de las generaciones de las generaciones
que primero olvidan tu nombre
y al cabo olvidan incluso
cómo pronunciar tu nombre:
no le temo.
No le temo a las células desparramadas
por torrentes de aire
que en cada sucesiva era
llenarán cada pulmón
como llenos están
nuestros pulmones
de cada aire
que respiró cada muerto
de nuestra historia
te guste o no.
No le temo.
No le temo a ser sumergido en la tierra
y en tierra volverme parte de ella
y ser pisoteado por los siglos de los siglos
como pisoteados en vida
son hermanos y hermanas
¡y quizás mucho más de lo que seré yo!
No temo a ser sumergido en la tierra
y en tierra volverme tierra
y que sirvan mis entrañas
de alimento
a cada fruto y cada flor
a cada vegetal puesto en tu mesa
como ha servido la entraña
de cada muerto
de nuestra historia
como alimento
de cada planta
de cada cuerpo
de cada trozo
de cada alimento
de nuestro alimento
¡te guste o no!
Porque en la muerte de cada planta
Porque en la muerte de cada cuerpo
se muere un Cristo, que sempiterno
perpetuamente, nos exclama:
      “En verdad os digo:
      que mi carne es verdadera comida
      y mi sangre es verdadera bebida”
y no le temo.
 
No le temo
ni a exhalarme en mi último aire
y hacerme aire;
ni a sumergirme en la tierra
y volverme tierra en la tierra;
ni a inmolarme
y volverme ceniza en la ceniza;
No.
No le temo.
A nada de esto le temo.
No le temo a la muerte
lo que temo
es
el sufrimiento.
 
 
VII.
 
No le temo a la muerte
le temo al sufrimiento.
 
Le temo: a la espera larga y angustiosa
Le temo: al dolor premeditado
Le temo: al final de la esperanza
Le temo: a los matices de la incertidumbre
Le temo:
a la palabra no dicha
a la boca no escuchada
al abrazo no concedido
al perdón no regalado
a la risa inacabada
a la justicia no defendida
al villano no enfrentado
a la causa no representada.
Y al verso no declamado
a ese
también le temo.
 
Y temo sobremanera
a los besos que no he dado:
en la frente de mi amigo
en la mejilla de mi padre
en las manos y pies de mi amada.
¡Les temo con locura!
¡Y temo con locura!
¡Al llanto y al dolor!
¡Que no propio, sino ajeno!
-porque al propio, no le temo-
 
Me aterra pensar
en la mirada de mi  amigo
que me extraña tanto más
cuanto más está conmigo.
 
Me derrumba imaginar
el lamento de mi padre
que en su vida solo quiso
hacerme bien, largarse antes.
 
Ahora se abrazan los dos
entre dos mejillas, rueda una lágrima
una sola, la misma lágrima
y esa lágrima: soy yo.
 
Y en mi corazón me ruedan dos
porque dos los que no me tienen;
que el sufrimiento les roba el tiempo
y se hace mayor el sufrimiento
cuanto más la vida me retiene;
no le temo al dolor...
 
Temo al llanto
al sollozo
a las valientes lágrimas de mi amada
a su sonrisa mentirosa
que me susurra: “todo estará bien”
-¿y lo estará?-
y lo estará
mas no para ella.
 
Para mí
 
todo estará bien
 
para mí
 
cuando me muera.
 
El dolor
 
habrá acabado.
 
El sufrimiento...
 
El sufrimiento
 
recién comenzado.
 
 
 
No temo
 
al dolor.
 
Le temo
 
al sufrimiento.
 
 
 
No temo
 
a mi muerte:
 
No temo
 
a mi dolor:
 
le temo
 
a su
 
sufrimiento.
 
 
 
Le temo
 
a su
 
sufrimiento.
 
 
VIII.
 
Gracias a la vida
que me ha dado tanto
Me dio una probada
de lo que es espanto:
Sufrir en la carne,
retorcerme en llanto
y darle dolores
a los que amo tanto
mas salir impune
y digno: ¡Me levanto!
me cuido pa’ cuidar
a los que amo tanto.
 
 
IX.
 
Líbrame
del desfiladero de rocas afiladas
donde azotan perpetuas, inmutables
las olas de la vida, venida a morir
y se acaban.
Y se llevan
a los incautos navíos de los sueños no cumplidos
que nunca llegarán a puerto seguro
que serán deshechos
desgarrados en las piedras escarpadas
sumergidos en las aguas turbulentas
y que serán sus gritos ahogados
y la oscuridad
devorándolos
los ocultará del ojo del vigía
que ya no vigilará
y del testigo
que no dará testimonio de ellos.
 
 
X.
 
Entre toda experiencia
Entre toda posibilidad
Entre toda gesta que la vida ofrece
Desde el profundo conocimiento de mi ser:
Desde el inmarcesible dolor sobre mi carne:
Doy las gracias...
porque el dolor
al cabo un tiempo
no duele sino
lo que duele un sueño.
 
Soñé un sueño
en que sufrían
padre
amigo
hermano y
compañera.
Tanto más ingrato se sufría
cuanto poco, cuanto menos no podía
en la desintegración de mi dolor
despertarles de mi sueño
¡cuanto más ingrato se sufría!
y en la víspera de mi despertar
despertaba también mi certeza:
que no hay miedo en inmolarme
y en volverme ceniza en la ceniza,
más cubrirles con ceniza
sus corazones.
 
Entre toda experiencia
Entre toda posibilidad
Entre toda gesta
Enfermedad ingrata
Sabia compañera
Yo te invoco desde la profunda sima
donde habitas y son contigo
el dolor y el sufrimiento:
Líbrame de la desidia
Líbrame de la ingratitud
Líbrame de la cobardía
de no seguir mis sueños
y de darle dolores
a padre, amigo, hermano y compañera
que en amarme
son siempre los primeros.
 
No me dejes ser la víctima de mi propia negligencia
y líbrame de la vida que se da por sentado
porque tú sabes,
solo tú sabes cuánto
¡cuánto es que se da por sentado
en esta tierra!
 
 
XI.
 
Amén.

Mi obra más grande hasta la fecha, y seguramente lo será durante algún tiempo. Algo de tal magnitud seguramente es perfectible o verá alguna variación en el futuro. Por eso, con la intención de revisarla, mas no demorar su publicación, la presento ahora como primera edición.

Sima de la Enfermedad
I. Introducción
II. El dolor no es igual al sufrimiento
III. Sufrió en verdad
IV. Sufrió también
V. Tanto más ingrato es el sufrimiento
VI. No le temo a la muerte
VII. Le temo:
VIII. Gracias a la vida
IX. Líbrame
X. Recapitulación
XI. Amén

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