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Mucho, señora, daría
Por tender sobre tu espalda
Tu cabellera bravía,
Tu cabellera de gualda:
Despacio la tendería,
Callado la besaría.
 
Por sobre la oreja fina
Baja lujoso el cabello,
Lo mismo que una cortina
Que se levanta hacia el cuello.
La oreja es obra divina
De porcelana de China.
 
Mucho, señora, te diera
Por desenredar el nudo
De tu roja cabellera
Sobre tu cuello desnudo:
Muy despacio la esparciera,
Hilo por hilo la abriera

Víctor Fowler, al valorar éste poema, reflexiona del siguiente modo:

Pocas veces en la literatura cubana la relación entre cuerpos, tactos (podríamos sumarle a ello olor, visión, sonido) y tiempo produce un resultado tan excitante como aquí; el texto ha sido construido alrededor del goce posible de tres zonas fetiches del cuerpo de la mujer: oreja, pelo, cuello, cuya visión y tacto el hablante disfruta (con su imaginación deseante) en el modo subjuntivo del verbo.

#EscritoresCubanos

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