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Ahora

Ahora estamos aquí los dos maduros.
Sol y espiga, redonda la certeza.
Estamos con los pies de piedra,
continuando la carne de la tierra,
y la tierra se termina en nosotros.
Ahora estamos
con el tiempo a todo color, y a todo viento
nuestra ensanchada voz,
y nuestros brazos rodearían el mundo
si quisieran;
estamos en el centro, tú y yo.
Hay un tropel de horas,
y los frustrados sueños desbarrancan;
somos de piedra y es de piedra Dios.
Por nuestro pulmón respira el universo
y por nuestro latido golpea
la existencia entera.
Toma el sol, sofócalo en tus brazos,
el sol quema.
Toma tu acero
y corta en pedazos los gajos de la tierra,
la tierra ya está vieja, se deshace;
sólo estamos
tú y yo.
En nosotros la senda, y en nosotros el paso,
el oído y la voz.
Bésame ahora,
la madurez golpea en el minuto
una rayita apenas,
un parpadeo,
o
no seremos nada,
si evapora la gota de tiempo que nos queda.
Bésame ahora
que estamos verticales al cielo
enfilando el impulso al infinito,
el trigo
lanza rayos al sol,
y el sol madura,
comeremos pan de fuego.
Es la hora del zumo,
del zumo suelto, sin forma y sin encierro,
del libre zumo,
de la saliva dulce de la tierra.
Apoya tu cabeza sobre las nubes,
y lanza al aire tu grito
y destroza
la indescifrable pulpa de las cosas,
y arroja tu semilla por el mundo
y afírmate en el centro
de la rueda del tiempo que nos gira.
Una figura como un soplo,
y una voz pequeña,
palpita en la envoltura
de tu beso.

(1956)

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