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A una mujer

Como todo aquel que haya visto
el mar de Mirtos; he soñado
con la inmensa biblioteca.
He usado al reloj de arena
 
Como una recetada medicina.
He llegado a lamentar cada momento
que no pasé contigo. Debo a la vigilia
la deducción de que cada cosa llega a su tiempo.
 
He intentado admitir las (tantas)
improbables creencias que nos declaran
infinitos como la cambiante cifra.
 
Nuestras manos derecha e izquierda siendo una
y que nuestro tiempo sea igual al del firmamento,
imperecedero.

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