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Poema sin título

 
En los montes más nevados del deseo,
buscando las laderas más floridas de tu corazón,
con las manos vacías y el pecho repleto,
intento conquistar tus cordilleras imposibles.
Nómbrame,
y así sabré si por fin he llegado a tu cima
y puedo clavar la bandera de mi amor.
 
Hazlo cuando sufras o padezcas,
cuando ames la vida o la aborrezcas.
Cuando amanezcas, nómbrame
y sabré si mi razón de vivir ya ha despertado.
Cuando huelas el aire de marzo
nómbrame,
pero nómbrame tu amor
y deletréame despacio.
 
Cuando me beses, di mi nombre
si quieres que viva ya siempre en tu boca,
y en la hoguera ardiente que ella provoca
pronunciaré el tuyo al unísono
dando voz a esta locura de ser esclava de tus besos
y con un alma compartida.
 
El velo de la vergüenza sale volando
mientras jadeas en mi tu esencia,
yo la rescato en mis labios
me inundo de ella
y me invento melodías con tu aliento
mientras me baño en el oro de tu cuerpo.
 
No intentes ser casto ni cauto en tu aullido.
Ponle mi nombre al placer y a tu universo.
Grítalo fuerte como lo haces en tus pensamientos.
Yo enmudecida lo oiré de cerca... o de lejos.
Sentada, casi desnuda, temblando por verte.
Con el alma esperando y la piel tendida
sobre un suave y denso terciopelo negro.
Seducida, conquistada y rendida
como alguien que no quiere pegarse con la vida,
tan sólo sentirme de tus abrazos reina.
 
Puedes ser mi edén en el espacio
si tú me nombras

Preferido o celebrado por...
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