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Secreta isla

Deja que pase entre los dos el tiempo
sin que pueda mudarnos alma y alma.
 
Hemos quedado fijos, uno y otro,
con impasible soledad de estatuas,
tu rostro al fondo de mis ojos quietos,
mi rostro en tu mirada.
 
En vano están los pájaros, las nubes,
y el cielo siempre huyendo
hacia el ocaso.
El mar, el mar del corazón innúmero
con sus velas tendidas y sus faros.
 
Los árboles que llegan sonriendo
a través de las hojas iniciales,
la lluvia que modela finas torres
del vidrio, las mañanas,
el estío...
 
Como ciegos estamos. Como ciegos
de un viento luminoso que nos alza
y nos lleva tenaz, ávidamente,
nadie sabe hasta dónde.
 
Y todo nos rodea sin tocarnos
en este alucinante amor de amor
y de silencio.

#EscritoresColombianos (1951) Secreta isla

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