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Ella

 
Hasta el sol envidiaba sus cabellos
al ver con qué firmeza los trenzaba
y tiré por la boca un mar de baba
al ver oscurecer al sol con ellos.
 
En mi alma guardar quise los destellos,
de toda la ternura que manaba
y del intenso amor que me ofertaba
con sus ojos de luz, glaucos y bellos.
 
Con tanto resplandor perdí el oriente
mi pensamiento estaba solo en ella,
sin ella parecía un alma ausente.
 
Hoy solo es en los cielos una estrella,
que me guarda del frío y del  relente,
porque dejó grabada en mí su huella.
 
Ella hizo en mi alma mella
y nunca pudo el tiempo que olvidara
sus ojos ni su pelo ni su cara.

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