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El amor, ya sumiso, ya inhumano...

El amor, ya sumiso, ya inhumano,
a caprichosas leyes se somete:
si es la mujer coqueta, es su juguete;
si tiene corazón, es su tirano.
 
La mujer y la flor son dos hermanas,
por la belleza y la desgracia unidas,
que suelen dar su aroma y dar sus vidas
a ingrato corazón o auras livianas.
 
¡Santa inocencia, aurora de la vida!
Al despertar la niña sonriente,
su risa alegra, como el sol naciente,
el dulce hogar donde el amor anida.
 
Entre naranjos y entre palmeras
las sevillanas cruzan ligeras,
la onda de encaje sobre la sien;
y con el aire de sus andares
se van cayendo los azahares,
formando alfombra para sus pies.
Otras obras de Mercedes de Velilla...



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