Miguel Peñafiel

EL JARDÍN INVISIBLE

Parábola

En una aldea escondida entre montañas, existía la leyenda de un jardín invisible que crecía dentro de cada persona. Aunque nadie podía verlo con los ojos, sus frutos se manifestaban en la vida diaria.

Había dos jóvenes: Miguel y Sael. Ambos caminaban por los mismos caminos, bebían del mismo río y trabajaban en los mismos campos. Pero había una diferencia: el jardín interior de Miguel estaba lleno de árboles fuertes, flores de colores y manantiales de agua pura, porque cada día sembraba semillas de bondad, paciencia y generosidad.

Sael, en cambio, había descuidado su jardín. Permitió que crecieran espinas de rencor, árboles secos de egoísmo y charcos estancados de envidia.

Con el tiempo, aunque sus rostros no cambiaron, sus actos los delataron. Miguel irradiaba paz y alegría; donde iba, las personas se sentían mejor. Sael, sin entender por qué, siempre causaba conflictos y desconfianza, aun sin proponérselo.

Un anciano sabio, al verlos, dijo:

El jardín que cultivas por dentro es el que florece en tu caminar. De un buen jardín brotan buenos frutos; de un jardín descuidado, solo espinas. Cuida tu interior, porque tus obras son el reflejo de tu alma.

Reserva derechos de autor.

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