Miguel Peñafiel

LA DAMA DE LOS HUESOS

Poesía

 
 
En su lecho duerme, pálida y callada,
junto a calaveras, sin miedo a pecar,
susurran los muertos su risa helada,
mientras la penumbra la empieza a abrazar.
 
Perfuma su alcoba con incienso gris,
se arropa en tibias de antiguos amantes,
y en cada caricia, un eco sin raíz,
le canta leyendas de noches distantes.
 
Los vivos la evitan, temen su calor,
pues dicen que el frío le late en el pecho,
y besa los cráneos con falso candor,
con sueños de muerte tallados al techo.
 
Mas nadie conoce su antigua pasión,
ni el beso que un día la hizo llorar,
por eso se entrega sin redención,
a huesos que nunca la van a dejar.

Reserva derechos de autor.

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