Tentado estuve un día
#Peruanos
Ingrato dueño mío en cuyo pecho esconden el océano, sus iras; su dureza, los montes; oye mis quejas, oye mis voces.
Era feliz en el tiempo que, ignorando del amor el poderío, pensaba jamás rendirme, ni dejarme seducir
Aunque en mares borrascosos de dudas y sobresaltos batalle el alma, no dejaré de adorarte, pues que tu imagen le vuelve
Muero de amor, y deseo que mi muerte se dilate por gozar de la agonía los prolongados instantes. De mi dolor el remedio
Es mi pecho calabozo de tormentos y pesares; mis labios, los del silencio, que no aciertan a quejarse. ¿Dónde está mi dicha antigua?
Pues que pronuncias mi muerte sin inmutar el semblante, beldad tirana, moriré; mas yo te advierto que mi muerte será origen
¿Porqué, pues, ya no elogias el poder de mis armas, ni mis bellas conquistas, en dulce metro, cantas?... —Me preguntó, curioso,
¿Verdad, querida Nise, que te agradan mis versos, tanto porque son míos, como porque son bellos? Tan urbana lisonja
Mucho más que el avaro su riqueza escondida amo yo, fiel Ernesto, mi compás y mi lira. En vano, pues, intenta
¡Hado fatal!... ¿Qué importa que yo me ausente, y en soledades me esconda con triste afán, si las penas y martirios
Pobre soy, nada tengo, miserable es mi vida; pero a pesar de todo paso tranquilos días. Apolo que protege
Del silencio imperturbable la lobreguez pavorosa y el negro manto, rodearán en todo tiempo la existencia de un viviente
Yo desprecié una hermosura que ardía por mí en amores, y de otra que no me quiere solicito los favores. Celoso estoy y ofendido,
Desgraciados ojos míos que mirasteis sin recelo la hermosura donde Amor estaba, cruel, encubierto; justo es que, mísero, pagues