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Sangre

Vivimos atados a las acciones de nuestros padres, de nuestros abuelos y familiares, acciones sencillas definieron muchas cosas sin que hayamos tenido cuenta y más importante aún, culpa.
Yo escucho su historia y bien entiendo que no me la haya contado antes, pero a mi ni me van ni me viene si algún familiar suyo hizo o deshizo, a mí me va verla a usted y saber que conoce su historia tan bien para cambiar lo que deseé en la suya, me va que entiende su contexto y que fuertemente ha luchado por hacer la diferencia, el verla esforzándose, porque sé que lo hace, cuando piensa en usted y en los demás, me va muchísimo el ver cómo sueña y aspira todavía, como es joven y no podrá dejar de serlo, aún cuando sea una adulta, seguirá teniendo sus matices de niña que me harán sentir un niño también.

Es normal sentir esos tirones en la sangre, como siente uno que lo arrastran a ciertas costumbres, pero yo, la veo a usted y me siento tranquilo, porque su historia depende de usted en quien confío y nadie más.

Hoy apenas regresé quise escribirle algo, ya que pase el día viviéndola en mis recuerdos, me bañé pensando en usted, planeé pensando en verla, disfruté tenerla y sufrí dejarla. Como esas canciones que uno no se saca de la cabeza, la receta es escucharlas de nuevo, de aquí que me encuentre ahora mismo, repasando todos los detallitos que llevaron su nombre en el día y deje para después la meditación nocturna, porque por hoy no necesito más para dormir tranquilo.

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