The Kiss, by Edvard Munch
oliver enrique molina ramirez

Que nadie sepa mi sufrir

por Oliver Molina

hoy en aquella avenida principal la volví a ver, tan bien portada y junto a su madre, yo al otro lado solo la mire, paralizado no quise pasar y solo la quería contemplar, después subió a un taxi, y se fue.
Llegue a mi casa y escribí
“como un laberinto, un problema que me lleva a delirar, una piedra en el zapato, me lleva a gritar cada día, y nadie me escucho, nadie miro mis ojos, ninguno se apiado, mas yo perdido, en un mar, lleno de nada, vacío de propósito ¿tal vez era mi corazón? marchitado y roto, sin amor, sin ella, sin sus ojos, aquellos que me miran cada noche, me miran y me lloran, me dicen
¿porque no pudiste, solo era amarme?  y después me pierdo, son tan hermosos, tanto que me siento loco por ellos, no los amo por su forma, tampoco por su color, son un espejo en que entro y veo su alma, un alma hermosa, llena de algo que no tiene un mortal, mucho menos un Dios, sino una diosa como ella, una mujer que ama con ella, me hizo un loco, un sínico lleno de imaginación, sin cordura alguna, no a ella sino a sus ojo, este corazón idiota solo la sigue amando, ahora tengo el castigo de verlos, deseo ya no verlos, muero y sigo muriendo por aquellos ojos en los que aún sigo perdido

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