Por esta luna que también han visto tus ojos, por la nocturna claridad, por el vago espejismo de haberte amado, por la espada y el fuego que incendió mis demonios, por el deseo calcinado y la sangre eclipsando tu cuerpo, por la esperanza muerta y sepultada, por el temblor en la carne trémula, por el sabor del vino en las horas grises, por la sonrisa abierta de quien me levantó después de haber caído, por la noche centrífuga, etérea y solemne, por un adiós que nunca se dijo, por el beso de una tarde donde el sol abrazo tu silencio y mil pájaros huyeron de mi pecho.
Escrito el 21 de enero de 2019 en medio del eclipse de Luna.