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A Valeriana

IV

Antes de sumergirme en mis entrañas,
he visto tu imagen pulcra, dócil, humilde e
inolvidable al fin. Viéronme tus ojos, y
devolví la vista hipnotizado.
¡Como una revelación te observé!
Acelerado llevo el corazón. Quise morirme
en ese instante por no querer vivir éste.

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