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Rezo a mi hermana

Es una herida grande que no se cierra nunca,
es una copa amarga que rebosó mi hastío,
es una sombra aleve, es una vida trunca,
lo que dejó tu muerte dentro del pecho mió!
 
Cuando viene el recuerdo de la horrible mañana
en que mis ojos vieron tu negra sepultura...
y hasta el lúgubre fondo caíste, pobre hermana,
una mano de hierro oprime mi amargura!
 
Yo sé que desde entonces camino pensativo,
fijo acaso en la bruma d e tu lóbrega suerte,
y cada vez más triste, rechazo el lenitivo,
y llevo más adentro el dolor d e tu muerte.
 
Del fondo de mis lágrima s yo vi como salía
enlutada la ros a de mi cariño suave,
y sentí muchas veces que en mi llanto moría
una quimera blanca sobre el blancor de un ave!
 
Y cuando tus cariños vayan al cementerio
a darte su s plegarias y a sollozar tu ausencia,
—ante el negro vestiglo del eterno misterio—
las rosas que allí luzcan derramen má s esencia.
 
Yo le pido a la noche que su s jardines abra
sobre el vasto silencio que circunda tu fosa,
¡y que se lleve el aire mi doliente palabra!
y sobre tu sepulcro la escriba en un a rosa!
 
Y la calandria lírica sobre un ciprés entone
una dulce elegía sentimental y bella.
Y nunca la calandria tu recinto abandone,
que por verla en la noche, mi alma será estrella!
 
Yo le pido a la luna que sus oros supremos
sobre tu amada tumba derrame cariñosa.
Yo le suplico a todos los que por ti lloremos
que siembren mucha s flores al lado de tu fosa!

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