Giralda de las voces... Padecía
por su garganta un ave prisionera.
Era la pena de la petenera
y era un vuelo de llanto y agonía.
Entre el celo y la muerte y la armonía
de la amargura ardiendo como cera
está Pastora sobre su ara ibera:
Nuestra Señora del Andalucía.
Cádiz de sal, Triana de la luna,
Málaga del jazmín, Córdoba amante,
le dan el vino denso del olvido.
Y ella, que el grito y el silencio aúna,
raja el granado rojo de su cante
y entrega el corazón y su latido.