Querido amigo
El perdón que nunca se expresó
Querido amigo, estoy cerca de ti y te extraño. Tengo muchas ganas de buscarte y hablar de tantas cosas. Tengo tantas ganas de volver a tener las pláticas que teníamos y de sentirme tan tranquilo y a gusto contigo; como cuando tú significabas un lugar en el que me querían por ser quien era.
Y esto último es lo que me detuvo de buscarte. Sé que si no eres tú quien pregunte por mí, dificilmente volverás a ser un hogar para mi. No dudo de tu cariño, sino que entiendo que las heridas tardan en cicatrizar. Sin embargo, yo no puedo volver a sentir cariño condicionado, eso es lo que me ha llevado hasta este punto; intentar cumplir con las condiciones que me imponen (o que yo me impongo) para poder obtener ese cariño.
Me cuesta, porque recordar lo pasado siempre será recordarte con mucho cariño. Pero, querido amigo, si un día quieres compartir más tragos, risas y momentos con la persona que soy, estaré siempre muy contento de hacerlo. Pero si sientes que las heridas no dejan de doler aunque sea un dolor casi imperceptible, lo entiendo, en una amistad forzando nunca se gana.
Si este último es el caso, estaré siempre feliz de tener nuestro recuerdo en la mente; todos los días rezaré por ti para que Dios ponga en tu vida todo el amor y la paz para que nunca te falten las risas, y si un día te faltan, que nunca te falte el consuelo de un abrazo o de saber que nunca estarás solo.
Te quiero mucho
