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Urbex

De tanto visitar lugares abandonados
caí un día por accidente
en tu abandonada vida
llena de tonos grises,
de grietas y telarañas,
con tres cortes de melancolía,
con silencios ensordecedores,
con nostalgias de todavía
y murallas de indiferencia.
No me sentí recibida
pero estaba en casa,
en mi casa
sin saber que era mía,
sin haberla visto nunca,
sin conocer a sus habitantes.
No sé si fueron caricias,
o la música,
si fueron los chistes,
o melodías absurdas,
si fueron películas,
o los apodos,
si fue el café sin azúcar
o la comida sin sal,
pero de repente como un milagro
de luz se llenó tu vida,
y llenaste de luz la mía
–con tu sonrisa–.
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