Cargando...

Verónica, no Vero

Te observé en la esquina del callejón, llevabas contigo un cigarro y con impaciencia buscabas algo en tu bolso. Me enloqueció ver tu singular belleza e involuntariamente me acerco para admirarte con delicadeza.

—¿Tienes fuego?—

El destino estaba a mi favor, a pesar de no necesitarlo si traía conmigo la respuesta esperada; sin perder de vista su pupila verde pálido, enciendo la llama y prendo su cigarrillo. Ella tratando de intimidarme continúa con mi coqueteo de miradas juveniles, sonríe entre dientes y levanta la ceja, – Soy Vero, no me llames Verónica al menos de que estés enojado –

En mi dije, gracias Verónica por alborotar a este elocuente ser, y si te llamé tal cual por tu nombre completo, es porque no esperaba que una salida por café terminará en una perfecta historia de incertidumbre y amor.

Otras obras de Verónica ...



Top