En esa tarde de Febrero solitos,
estábamos mi mal humor, vos y yo
y de repente ví esos ojitos
que me decían te amo mucho mi amor.
Sin darme cuenta te había lastimado
con mis palabras con mediocridad,
te ví llorando y quise abrazarte,
es tu tristeza mi debilidad.
Y ES TU LÁGRIMA, LA GOTA MAS VALIOSA,
LA QUE DESTUYE COMO ESPADA MI CORAZÓN,
LA QUE ME BAJA DE LA CIMA Y ME DEJA SIN SALIDA.
NO LLORES HOY MI AMOR.
Pedí perdón aunque no alcanzaba
para justificar todo lo dije,
y vos sentada me seguías mirando,
me pregunté en silencio: –Que hise?
Después de una hora estando callados,
me sonreiste y ahí nomás me dijiste,
que hace dos horas me habías perdonado.