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Desnuda está la tierra, y el alma aúlla al horizonte pálid… como loba famélica. ¿Qué buscas, poeta, en el ocaso? ¡Amargo caminar, porque el camino
Galerías del alma... ¡El alma niñ… Su clara luz risueña; y la pequeña historia, y la alegría de la vida nueva... ¡Ah, volver a nacer, y andar camin…
Desde mi ventana, ¡campo de Baeza, a la luna clara! ¡Montes de Cazorla, Aznaitín y Mágina!
Mi infancia son recuerdos de un pa… y un huerto claro donde madura el… mi juventud, veinte años en tierra… mi historia, algunos casos que rec… Ni un seductor Mañara ni un Brado…
De la ciudad moruna tras las murallas viejas, yo contemplo la tarde silenciosa, a solas con mi sombra y con mi pen… El río va corriendo,
Al fin, una pulmonía mató a don Guido, y están las campanas todo el día doblando por él: ¡din-dan! Murió don Guido, un señor
No es profesor de energía Francisco A. de Icaza, sino de melancolía. De su raza vieja, tiene la palabra corta,
Y no es verdad, dolor, yo te conoz… tú eres nostalgia de la vida buena y soledad de corazón sombrío, de barco sin naufragio y sin estre… Como perro olvidado que no tiene
¡Como en el alto llano tu figura se me aparece!... Mi palabra evoca el prado verde y la árida llanura, la zarza en flor, la cenicienta ro… Y al recuerdo obediente, negra enc…
Este donquijotesco Don Miguel de Unamuno, fuerte vas… lleva el arnés grotesco y el irrisorio casco del buen manchego. Don Miguel cam…
Naranjo en maceta, ¡qué triste es… Medrosas tiritan tus hojas menguad… Naranjo en la corte, ¡qué pena da… con tus naranjitas secas y arrugad… Pobre limonero de fruto amarillo
Al borrarse la nieve, se alejaron los montes de la sierra. la vega ha verdecido al sol de abril, la vega tiene la verde llama,
Yo, para todo viaje —siempre sobre la madera de mi vagón de tercera—, voy ligero de equipaje. Si es de noche, porque no
El demonio de mis sueños ríe con sus labios rojos, sus negros y vivos ojos, sus dientes finos, pequeños. Y jovial y picaresco
Eran ayer mis dolores como gusanos de seda que iban labrando capullos; hoy son mariposas negras. ¡De cuántas flores amargas