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Hacia Roma caminan dos pelegrinos, a que los case el Papa, mamita, porque son primos,
Bajo el naranjo, lava pañales de algodón. Tiene verdes los ojos y violeta la voz. ¡Ay, amor,
Cayó una hoja y dos y tres. Por la luna nadaba un pez. El agua duerme una hora
Amor de mis entrañas, viva muerte, en vano espero tu palabra escrita y pienso, con la flor que se march… que si vivo sin mí quiero perderte… El aire es inmortal. La piedra in…
Duérmete, niñito mío, que tu madre no está en casa; que se la llevó la Virgen de compañera a su casa.
A las cinco de la tarde. Eran las cinco en punto de la tard… Un niño trajo la blanca sábana a las cinco de la tarde. Una espuerta de cal ya prevenida
La guitarra, hace llorar a los sueños. El sollozo de las almas perdidas, se escapa por su boca
Abejaruco. En tus árboles oscuros. Noche de cielo balbuciente y aire tartamudo. Tres borrachos eternizan
Árbol de Sangre riega la mañana por donde gime la recién parida. Su voz deja cristales en la herida y un gráfico de hueso en la ventan… Mientras la luz que viene fija y g…
En el gris, el pájaro Griffón se vestía de gris. Y la niña Kikirikí perdía su blancor
El campo de olivos se abre y se cierra como un abanico. Sobre el olivar
Fuera la lluvia cae sin cesar... En mis cristales viene a tocar su sinfonía:
Por las ramas del laurel vi dos palomas oscuras. La una era el sol, la otra la luna. «Vecinita», les dije,
Yo era. Yo fui, pero no soy. Yo era... (¡Oh fauce maravillosa
Eran tres. (Vino el día con sus hachas.) Eran dos. (Alas rastreras de plata.) Era uno.