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Niño. ¡Que te vas a caer al río! En lo hondo hay una rosa y en la rosa hay otro río. ¡Mira aquel pájaro! ¡Mira
Juan Breva tenía cuerpo de gigante y voz de niña. Nada como su trino. Era la misma
Los caballos negros son. Las herraduras son negras. Sobre las capas relucen manchas de tinta y de cera. Tienen, por eso no lloran,
Eran tres. (Vino el día con sus hachas.) Eran dos. (Alas rastreras de plata.) Era uno.
En la casa se defienden de las estrellas. La noche se derrumba. Dentro, hay una niña muerta con una rosa encarnada
En las torres amarillas, doblan las campanas. Sobre los vientos amarillos,
¡Ay qué trabajo me cuesta quererte como te quiero! Por tu amor me duele el aire, el corazón y el sombrero.
Sólo tu corazón caliente, Y nada más. Mi paraíso, un campo Sin ruiseñor Ni liras,
¡Mi soledad sin descanso! Ojos chicos de mi cuerpo y grandes de mi caballo, no se cierran por la noche ni miran al otro lado,
Por una vereda venía Don Pedro. ¡Ay cómo lloraba el caballero! Montado en un ágil
Ayer. (Estrellas azules.) Mañana. (Estrellitas
La señorita del abanico, va por el puente del fresco río. Los caballeros
¡Fita aquel branco galán, olla seu transido corpo! É a lúa que baila na Quintana dos mortos. Fita seu corpo transido,
Amor de mis entrañas, viva muerte, en vano espero tu palabra escrita y pienso, con la flor que se march… que si vivo sin mí quiero perderte… El aire es inmortal. La piedra in…
Dulce chopo, Dulce chopo, Te has puesto De oro. Ayer estabas verde,