A Ribeiro Couto
#EscritoresChilenos
Me toca en el relente; se sangra en los ocasos; me busca con el rayo de luna por los antros. Como a Tomás el Cristo,
La mesa, hijo, está tendida, en blancura quieta de nata, y en cuatro muros azulea, dando relumbres, la cerámica. Esta es la sal, éste el aceite
Anda libre en el surco, bate el al… late vivo en el sol y se prende al… No te vale olvidarlo como al mal p… ¡le tendrás que escuchar! Habla lengua de bronce y habla len…
Dame la mano y danzaremos; dame la mano y me amarás. Como una sola flor seremos, como una flor, y nada más... El mismo verso cantaremos,
Al llegar la medianoche y al romper en llanto el Niño, las cien bestias despertaron y el establo se hizo vivo. Y se fueron acercando,
Que mi dedito lo cogió una almeja, y que la almeja se cayó en la aren… y que la arena se la tragó el mar. Y que del mar la pescó un ballener… y el ballenero llegó a Gibraltar;
Se va de ti mi cuerpo gota a gota. Se va mi cara en un óleo sordo; se van mis manos en azogue suelto; se van mis pies en dos tiempos de… ¡Se te va todo, se nos va todo!
El papagayo verde y amarillo, el papagayo verde y azafrán, me dijo «fea» con su habla gangosa y con su pico que es de Satanás. Yo no soy fea, que si fuese fea,
En tierras blancas de sed partidas de abrasamiento, los Cristos llamados cactus vigilan desde lo eterno. Soledades, soledades,
Suelo creer con Stefan George en un futuro préstamo de lengua a lengua latina. Por lo menos, en el de ciertas palabras, logro definitivo del genio de cada una de ellas, expresiones inco...
Antes que él eche a andar, está qu… el viento Norte, hay una luz enfer… el camino blanquea en brazo muerto y, sin gracia de amor, pesa la tie… Y cuando viene, lo sé por el aire
Vamos pasando, pasando la vieja Araucanía que ni vemos ni mentamos. Vamos, sin saber, pasando reino de unos olvidados,
Yo la encontré por mi destino, de pie a mitad de la pradera, gobernadora del que pase, del que le hable y que la vea. Y ella me dijo: “Sube al monte.
En esta hora, amarga como un sorbo… Tú sosténme, Señor. ¡Todo se me ha llenado de sombras… y el grito de pavor! Amor iba en el viento como abeja d…
En costa lejana y en mar de Pasión, dijimos adioses sin decir adiós. Y no fue verdad